"Haz lo que te dé la real gana, pero que te haga feliz"

martes, 23 de junio de 2015

Amueblar un piso sin coche ni mucho dinero y cuentos para no dormir



Bueno, pues ya ha llovido un poco desde la última entrada de este chachiblog. Nunca he sido demasiado constante con nada en esta vida y ¡siempre se me olvida echarme crema (así como confesión de última hora)!

La aventura vienesa de momento está en "Pause" por vacaciones madrileñas (que bien podrían ser en alguna costa española, que aquí no puede uno ni respirar y no tenemos tan cerquita ningún río como en Viena el Danubio para bañarte siempre que salga el sol abrasador), pero en esta entrada me gustaría contar las aventuras del principio de los tiempos cuando tuve que empezar a vivir en un piso sin amueblar...

Como ya dije en otra entrada, lo único que tenía en mi habitación  (que tenía el tamaño de un armario), era la estructura de la cama alta de matrimonio/Hochbett en alemán (como una litera pero sin la cama de abajo). Debo darle las gracias en primer lugar a mi página mágica de Austria de segunda mano www.willhaben.at y después a todas las personas que me ayudaron con todas estas aventuras conocidos y desconocidos :)

ARMARIO PARA EL BAÑO

Esta fue la primera compra de todas...y pequé de inocente. "El mueble es pequeñito, y tengo que recogerlo en el mismo barrio en el que vivo. Yo sola puedo con todo". Pues como os estaréis imaginando, no podía, no. El mueble era pequeñito, sí, pero tenía una puerta que se abría cada vez que lo levantabas del suelo y pesaba el mueble 15 kilos como poco (empezando por tener que bajarlo desde un segundo sin ascensor). Unas almas caritativas me vieron penando con mi mueble por la calle y me lo metieron en el coche y me llevaron hasta casa. ¡Y hasta me pidieron el número para dar clases de español a su hijo!


MESA DEL COMEDOR

La historia de la mesa es sencilla: llegué media hora tarde al lugar de compra, porque no existía esa calle y después de preguntar dos veces, un chico desconocido se ofreció a llevarme en coche, y sin mucho pensar acepté (de estas cosas de las que luego te arrepientes, pero en el extranjero no las piensas). Después la vendedora me engañó como a una china. "Sí, sí, no te preocupes que no pesa mucho, una persona sola puede llevarla fácilmente". Tuve estas palabras grabadas a fuego durante la media hora que tardé en llevar la mesa a la parada de tranvía más cercana que estaba a 5 min andando a paso normal sin parar exhausta cada dos pasos mientras una mesa extensible de madera yo diría que maciza se te iba desmontando y quitándote la vida (sin exagerar ni un poquito). Al final me acabó acompañando un austríaco (muy guapo por cierto) a casa en tranvía con la mesa a cuestas.



SILLA DE RUEDAS


Como había llegado tarde a por la mesa, también llegué tarde a por la silla que iba después, claramente. De esta historia lo único emocionante es que estaba demasiado lejos de casa y de cualquier medio de transporte como para llevar la silla rodando por la calle, así que me la cargué con los apoya brazos en los hombros y las ruedas al culo (no sé cómo os lo estaréis imaginando...) y así llegué a la parada del tranvía, después puse mi silla en el suelo y me quedé esperando sentada directamente con mi silla en la calle mientras la gente me miraba sin entender demasiado qué pintaba yo allí con ella.


COLCHÓN

Primer capítulo colchón:


Mi compañero de piso fue tan majo de dejarme un colchón de 90 con el que él dormía en el suelo del salón (su habitación).
Una semana después encontró un colchón de segunda mano barato y me hizo el favor de ir a recogerlo y así fue la situación: colchón de 1´50 y un tío de casi dos metros dentro de un Smart de alquiler por minutos.....y cuando llegó a casa, el colchón quedaba enormemente grande para mi cama que resultó ser de 1´35, todo salía a pedir de boca vaya.


Segundo capítulo colchón:


Cuando empiezas a vivir en el extranjero y sobre todo el detalle de hacerlo SIN COCHE y sin amigos con él, surgen los problemas de conseguir tú sola un nuevo colchón para una cama de matrimonio por un módico precio y que te ayuden a llevarlo a casa. En internet encontré uno de segunda mano que me lo llevaba el dueño a casa y todo por tan sólo 15 €....¡así sería el colchón!. Tuve que avisar de mi paradero para ir a recoger el colchón porque temí por mis órganos por un momento. Cuando vi el colchón, dudé entre acompañar al hombre al vertedero para tirarlo o llevármelo. Entonces pensé en mi amable compañero que dormía en el colchón enorme en el suelo en vez de en el suyo, y me lo llevé para salir del paso [el color original era azul, pero estaba marrón amarillento...los muelles se salían por los agujeros que tenía en las cremalleras (o lo que quedaba de ellas...)].

Tercer capítulo colchón:

Unas semanas más tarde, vino la familia telerín de visita, y alquilamos un coche para poder seguir con la mudanza del resto de muebles más tranquilamente y entre ellos un colchón de segunda mano también pero mucho más decente. El vendedor de este nuevo y último colchón, me aseguró que en Austria se dejaban los colchones viejos en el cuarto de basuras del edificio, y ellos lo recogían y lo tiraban.. lo cual no resultó ser así.

Mi colchón marrón estuvo casi una semana en el cuarto de las basuras sin intención de moverse a ningún sitio. Después algún amable vecino lo metió al portal, y después pasó otros días en la puerta de la calle del portal...(yo esperando a que los de la basura se lo llevaran en algún momento como me había dicho a mí el austriaco que me vendió el colchón). Todo eran señales de que algo estaba pasando así que decidí preguntar por el grupo de Facebook: Españoles en Viena que siempre tiene ayuda y respuesta para todo. Algunas personas muy simpáticas me recomendaron llevar el colchón a los puntos limpios más cercanos a casa, y otras me dijeron sin dilación casi que era una mala persona por tener ahí el colchón (y todo por no tener ni idea, yo molestar no quería).

Pues esta excursión al punto limpio sin coche y con un colchón roñoso y de 1´35, tampoco tuvo ningún desperdicio....Mi amiga malagueña y yo medio arrastrando el colchón por la calle hasta llegar al tranvía  y medio tirando como podíamos de aquella manera. La cara de la gente al ver tremendo colchón y en esas condiciones en el tranvía tampoco tuvo desperdicio (y eso que ellos no sabían que había estado casi un mes durmiendo en "eso", no tuve chinches de milagro).



MICROONDAS

 Y esta fue la última aventura de mudanzas (gracias a Dios también...). Como yo había amueblado el baño y el salón-pasillo-comedor del "pisito", acordé con mi compañero de piso (del que ya os hablaré más adelante...) que él compraba el microondas. Pero después de calentar todo en cazuela esperando el microondas durante 6 meses, me decidí a encontrar uno en mi amada página de willhaben.at. También pensaba ir sola a por él, pero dio la casualidad de que una amiga se quedaba en mi casa, mi amiga manzagata (y menos mal). Al llegar nos encontramos con un cuarto piso sin ascensor y un microondas que debía estar hecho de plomo, cada dos minutos teníamos que sujetar a nuestro amigo en las rodillas o apoyarlo en cualquier ventana para poder llegar vivas al autobús.

Mención especial también a mi canario que me ayudó con la mesa del escritorio sin tanto fallo ni problemática :).

Y este es un gran resumen del duro comienzo, pero todo sacrificio tiene su recompensa y han sido unos meses espectaculares con todas las letras.














viernes, 27 de marzo de 2015

Pequeñas pero grandes diferencias austro-españolas

En esta entrada me gustaría hablar de pequeñas diferencias culturales que he podido observar en tierras austríacas. Algunas desde luego van a sorprender a más de uno y más de dos...



  • Los zapatos y las casas: cuando entras a una casa fuera de España, muchos sabemos que tenemos que quitarnos los zapatos y dejarlos en la entrada en una colección un tanto variopinta.

            A veces puede ser algo así:
                

                Pero en la mayoría de los casos la entrada termina siendo algo tal que así:

               
Ventajas: realmente llevan algo de razón si pensamos en la limpieza. Los zapatos con los que hemos pisado la calle, no deberían ensuciar el suelo de casa. Además, si llevas tacones a una cena en casa de unos amigos o vas a una fiesta, sabes que el tiempo que los llevarás puestos va a ser solamente la mitad de la noche.

Desventajas: 1. la otra mitad de la noche irás descalza probablemente con unas pintas un tanto ridículas con las punteras de tus medias. calcetines de colores o con un calcetín de cada color. 2. Además, deberías limpiar el suelo más a menudo, ya que si invitas a tus amigos a casa y salen con los calcetines negros, quizás la impresión que tengan de ti podría ser un tanto diferente. 3. Si el suelo está mojado, vas fregándolo todo y casi es peor el remedio de no llevar los zapatos que la enfermedad.

Mi primera vez: la primera vez que me invitaron a una casa austríaca no me di cuenta de este detalle de los zapatos en la entrada hasta que vi la famosa colección y para mi gran sorpresa tenía un SEÑOR TOMATE en los calcetines (además de ser uno de color gris y otro de color marrón). Después de este día hice jubilación de calcetines y tiré todos los impresentables EXCEPTO uno de Papá Noel que justamente fui a ponerme el siguiente día que fui invitada a una casa en Viena.



  • Los horarios de las comidas: empiezo a pensar que los raros somos los españoles con nuestros horarios tardíos de comidas. La vida en Austria empieza normalmente antes que en España, por ejemplo en los colegios e institutos empiezan las clases a las 7:45 aproximadamente (lo que me parece un castigo tremendo para las pobres criaturas, el cerebro no está preparado para escuchar una clase de historia a esas horas intempestivas, ¡por dios!) por lo que el desayuno también debe adelantarse y por poner otro ejemplo, los supermercados abren algunos de ellos a las 7:30 (igualito que en España, vaya). La hora de la comida si es un poco más parecida a la española porque depende del trabajo de cada uno, puede variar desde las 12:00 hasta las 14:00. Por último, la hora de la cena es LA GRAN DIFERENCIA: aquí las personas normalmente cenan entre las 18:00 y las 20:00.
Ventajas: la hora de la cena es más saludable para el cuerpo, teniendo en cuenta que como el día empieza antes, también te acuestas antes los días laborables y es mejor no tener el estómago lleno al irse a dormir.

Desventajas: a veces no sabes qué estás haciendo, desayunando, comiendo, cenando, merendando... o todo al mismo tiempo. Además, si te habitúas al horario austriaco, al español también tienes hambre, CONCLUSIÓN: unos kilitos de más no te los quita nadie, al final de saludable nada.

Mi primera vez: la primera vez que fui a un cumpleaños, la hora de quedada para tomar algo fueron las 20:00. Ese día no tenía demasiado tiempo y salí de la ducha volando sin merendar ni siquiera rumbo a una fiesta en la que no sabía si iba a poder comunicarme con los asistentes en alemán o acabaría haciéndolo por lengua de signos. La cosa es que cuando llegué me di cuenta de que no había cenado y la gente de la fiesta ya lo había hecho antes de llegar.... ¡FAIL!





  • El tiempo: No será una sorpresa que lo que más eche de menos de España sea mi amado sol. Y es que aunque en Viena este invierno no ha sido un verdadero invierno austríaco según me dicen los lugareños (las temperaturas no han sido tan bajas como otros), el color del cielo más habitual por estos lares es un tono grisáceo que no te saca las sonrisas que te sacan unos rayitos españoles.
Por eso aquí la gente inaugura las heladerías y empieza a comprarse bikinis y gafas de sol en cuanto ven un poco de sol esperanzador en marzo.



  • Los pasos de cebra: vale, que no se debería cruzar cuando el semáforo está en rojo, lo sabemos todos; pero de ahí a que casi todo el mundo en Viena esperara rigurosamente aunque no vinieran coches por ningún lado a que el semáforo se pusiera en verde, a mí empezaba a extrañarme. «Donde fueres haz lo que vieres» dice este dicho, así que yo en la medida de lo posible intentaba siempre respetar los semáforos aunque me sintiera tremendamente estúpida si no venía ningún coche y además tenía prisa (como pasa algunas que otras veces...). 
Hasta que un día, EL DÍA llegó. Ese día iba con prisa y no me paré ni siquiera a mirar el color en el que estaba el semáforo para los peatones en ese momento, simplemente no venían coches, y eché a correr. Hasta que un policía 4x4 y con cara de pocos amigos me paró los pies (casi literalmente, porque yo iba dispuesta a comerme a quien se me pusiera por delante en ese momento de la velocidad que había cogido, era una bala). En ese momento el hombre con bigote me dijo: ¡30 euros!. Creo que así fue mi primera conversación fluida en alemán, el miedo que esas palabras desataron en mí, me hicieron soltarme. Le enseñé el DNI y le dije que no tenía ni idea (lo cual era totalmente verídico) de que podían ponerme una multa y que tampoco había visto bien el semáforo (otra verdad como un templo). Al final, olió el miedo en mi mirada y me dejó ir en paz (y con todos mis euros), pero no sin antes decirme: «¡En España también te ponen una multa si el semáforo no está en verde así que deberías haberlo sabido!». Por favor, si alguien lee esta entrada y conoce a alguien al que le hayan puesto una multa en España por cruzar con un semáforo en rojo para peatones cuando no había coches a la vista, por favor, que me lo haga saber (¡ya es simple curiosidad!).



  • Algunas diferencias importantes en los colegios e institutos: 
    • Las notas:
En Austria van del 1 - 5 (el 1 corresponde a la mejor nota y el 5 al suspenso).
En España van del 0-10 (por debajo del 5 se considera suspenso y por encima aprobado y la mejor nota es el 10).
    • Las clases de educación física:
En Austria tienen normalmente clases de educación física por separado, por un lado las chicas y por otro los chicos.
En España las clases de educación física se dan todos juntos.
    • Los zapatos:
En muchos colegios de Austria, los alumnos deben dejar su calzado de calle en unas taquillas en la parte de abajo de los institutos o colegios y después subir a sus clases con ¡ZAPATILLAS DE ESTAR POR CASA! Sólo los profesores pueden ir con calzado de calle.

Se supone que la razón es la limpieza del colegio y la seguridad de los alumnos porque debido a las condiciones climatológicas puede estar el suelo mojado por la lluvia y la nieve y ser peligroso, pero entonces, ¿por qué los profesores no deben hacerlo también?

Por supuesto esto es algo con lo que por lo menos todos mis alumnos no están de acuerdo.
Mi cara fue un poema la primera vez que mire a una alumna a los pies y entonces me di cuenta. Por cierto, por si alguien quiere saber cómo ir a la moda en zapatillas de estar por casa, al menos en los institutos en los que trabajo, están son las que más se llevan:

¿¿¿¿¿No habrá modelos que tienen que ser éstas precisamente?????

Y hasta aquí las primeras diferencias de las que tengo el placer de informaros.

Espero que os guste y si alguien tiene más ideas, no dudéis en compartirlas :)













domingo, 1 de marzo de 2015

Busca y encuentra piso en Viena...

En esta entrada me gustaría compartir mis primeras sorpresas cuando llegué a Viena a la hora de encontrar piso...

Encontrar piso en Viena, eso que para muchos parece imposible durante un tiempo




El problema realmente no es que no haya pisos en alquiler, o habitaciones en WG´s, que es como se les llama aquí a los pisos compartidos, que «haberlos haylos». El problema es que normalmente los pisos disponibles no te vienen bien para ir al trabajo, o la habitación es una habitación de paso (todos los compañeros/as de piso tienen que atravesar tu habitación para llegar a otras zonas compartidas como la cocina o el baño), o el alquiler está extremadamente caro, o la casa no tiene salón, o las habitaciones están sin amueblar y tienes que buscarte la vida, o envías 100000 emails a pisos que encuentras en internet y te contestan de dos de ellos.


A mucha gente a la que sí contestan a dos de los 10000000 emails, le hacen como una especie de casting en el que te sientas con tus competidores luchando por la habitación prometida (que posiblemente sea un gran mojón pero ya estás tan desesperado que vas dispuesto hasta a hacerles la pelota y llevarles un gin-tonic a los encuestadores si hace falta). En este momento del concurso, los intereses comunes con los encuestadores juegan un papel fundamental. Si el tema es la ópera, te las das de entendido; si el tema es el alemán, sacas todas tus armas y todos tus conectores y frases coloquiales que conoces y al toro. Normalmente entre extranjeros puedes defenderte bien, pero si tus competidores también son austríacos o si ellos verdaderamente sí tienen esas cosas en común, date por «jodido» claro.




En mi caso personal, de los dos emails a los que me habían contestado, uno me envió un mensaje para cancelar nuestra cita para ver el piso el mismo día por la mañana porque ya lo había alquilado, y al otro le llamé para confirmar yo nuestra cita y él sí me confirmó, pero la cancelación de la misma porque ya no estaba disponible.
Otra cosa característica de los alquileres en Viena es que la fianza no es un mes como normalmente suele ser en España o al menos en Madrid por lo que yo tengo entendido. La fianza o Kaution normalmente aquí no baja de los 700 euros y la cifra más común ronda los 1000 €.

Pero lo que me parece sin duda lo peor de buscar piso, es que la mayoría están sin amueblar o si están amueblados, la persona que deja la que será tu futura habitación (eso teniendo en cuenta que sepas preparar bien los gin-tonics y que sepas cantar «La flauta Mágica») ha pagado los muebles que ahora serán para ti y te pide un dinero por ellos que aquí llaman Ablöse.

También existe en Viena la posibilidad de buscar una residencia de estudiantes. El precio normalmente suele ser más elevado que el alquiler, pero eso es lo de menos. Lo que importa es que haya plaza, y creo que hay gente que debe reservar la plaza cuando tiene 7 años, para que se la vayan guardando para sus años de universidad. Y cuando te dan una de esas plazas porque ocurre un milagro, alguien se va a vivir con sus competidores de la entrevista del principio en el piso o quién sabe qué misterios de la vida, puede que no sea lo que esperabas. Si la habitación es para ti solo, por lo general no puedes tener queja: un baño (pequeñito, sí) para ti solo, nevera, mini-vitrocerámica, microondas-grill, armarios, estanterías, cama, escritorio, sillas, vaya, un lujo para muchos. Pero si por el contrario tienes la mala suerte de compartir la habitación con algún estudiante que duerme y vive con un bañador de flores, escucha música justo cuando tú te pones a estudiar, echa la comida por el fregadero y en las noches lluviosas se trae a su novia sin pudor ni respeto alguno para pasar una noche de pasión entre tuppers y bolsas de basura amontonadas, igual se te quitaban las ganas de haber recibido esa plaza. Otra de las desventajas de las residencias es que tienen alarmas de incendios (eso es una ventaja) que a veces suenan a altas horas de la noche (y eso no es tan ventajoso).




Otra dificultad más que se añade a la búsqueda, es que en la mayoría de los pisos lógicamente quieren escoger a un candidato que se quede el mayor periodo de tiempo posible para no tener que volver a hacer entrevistas de compañeros de piso demasiado pronto.
Pues una vez encontrado el piso, SÍ, tranquilos que es difícil pero lo último que se pierde es la esperanza, llega el momento de ir afrontando las dificultades.




Pero eso ya lo contaré detenidamente en el próximo episodio...

viernes, 28 de noviembre de 2014

Llegada a Viena

Y esta aventura por Viena continúa tal que así...

Si me remonto al principio de los tiempos, en el avión Madrid-Viena había una mujer que tenía la voz de pito más aguda que jamás he escuchado en mi vida y que me impidió llevar a cabo mi misión en los últimos vuelos: drogarme nada más sentarme en mi asiento (con mi cinturón superseguro abrochado, of course) y despertarme en la ciudad de destino sin saber muy bien dónde estaba. Esta mujer cambió mi misión del viaje y lo único que quería era tirarla un cojín a la cabeza ( si es que tuviera alguno a mano. Siempre que viajo en avión me arrepiento de llevar tanta ropa y no llevar un cojín o una almohada...Vale, la próxima será la definitiva: llevaré cojín).

Y como no podía dormir, a diferencia de este chaval,

me dediqué a observar a la gente y me pareció vislumbrar un libro de gramática alemana... y ataqué. Y así es como conocí a dos chicos que también hacían escala en Bruselas y que cogían un tren en el aeropuerto de Viena para ir al centro igual que yo: no estaba tan perdida y sabría llegar al menos a una estación y allí preguntaría dónde estaba el hostal:

Y uno de estos chicos tan simpáticos, ya me advirtió en el tren camino del centro, que era muy difícil encontrar piso en Viena y me contó que él estuvo durmiendo en el sofá de una amiga dos meses hasta encontrar una habitación decente. Me deseó suerte y me dio una palmadita en la espalda. Y yo me reí pensando: "¡Qué exagerada es la gente! Sonríe y asiente Samantha". 

Pues sólo pasaron diez minutos desde esa palmadita en la espalda cuando el dueño de un piso que iba a ver al día siguiente me llamó y me dijo en un alemán muy cerrado, que ya tenía alguien para la habitación por lo que ya no estaba disponible.

No quise desanimarme, me puse una sonrisa y llegué sola a la parada que se suponía estaba cerca del hostal. Como no tenía internet (te das cuenta de lo que lo utilizas en estos momentos de necesidad de Google Maps) pregunté si alguien podía indicarme dónde narices estaba. Según el mapa de la pareja griega que me ayudó, sólo estaba a 10 minutos, pero con mi maleta de 25 kilos, mi equipaje de mano de 80 y mi abrigo de invierno de 100 kilos (sin exagerar) tardé exactamente... cien años en llegar al hostal.

Y así acaba este capítulo. Prometo no tardar tanto en el próximo episodio.

:)


sábado, 8 de noviembre de 2014

Érase una vez...

Bueno, pues hoy después de un mes y tres semanas por tierras austríacas (sí, parece MENTIRA) me he decidido a escribir algunas de las aventuras que me van ocurriendo por aquí sin ton ni son y tal y cómo se me van pasando por la cabeza.


Todo se remonta a un día que yo estaba tan tranquila en mi habitación de las "favelas de Brasil" (muchos ya sabéis a qué me refiero) y me llegó un email que lo cambiaría todo.



Me habían concedido la beca de Auxiliar de Conversación de Español y por aquel entonces sólo sabía una cosa: me iba a Austria. Y la pura y triste verdad es que no sabía nada de aquel gran desconocido país del noreste de Europa.

De repente todos mis planes de futuro se desvanecieron, pero no en vano, sino para crear otros nuevos. Muchos estaréis o habréis estado en la misma situación cuando se termina la Universidad:¿Qué hago? ¿Sigo estudiando? ¿Pero, el qué? ¿Un máster? ¿O mejor busco trabajo? ¿Hago prácticas? ¿Seré una "nini"? ¿Me cogerán sin experiencia? ¿Qué estudio?  Y miles de preguntas más que se nos pueden pasar por la cabeza.

Simplemente hay que coger las oportunidades que la vida nos brinda e ir a por todas.

Lo que sí hice al poco de recibir la noticia y decidir que me iría sin pensármelo demasiado (vaya a ser que fuera a arrepentirme) fue coger un vuelo. Sin embargo, cuando recibí la información de mi lugar de trabajo (al menos la región, la situación) aún no tenía claro dónde viviría, ni había tenido el tiempo suficiente para buscar ningún piso.

Así que la noche de antes de mi vuelo con destino Viena, simplemente cogí un hostal a la aventura para un par de noches por lo menos, hasta que consiguiera solucionarlo. Tenía 4 días antes de irme a un curso de preparación para el trabajo en otra región de Austria para encontrar un sitio en el que quedarme y dejar mi maletón. A propósito del cual:

Nunca he sido de hacer maletas, todo me parece importante cuando me voy de viaje, y acabo con una maleta llena de "por sis" como le pasa a mucha gente. Cuando me voy de viaje tengo más miedo de lo que puedan decirme en el aeropuerto sobre mi maleta o de cuántos millones me harán pagar por los kilos en exceso que de nada de lo que pueda pasar en el lugar de destino o de cualquier incertidumbre del mundo mundial. Me siento como una traficante de drogas yo también vivo la adrenalina en cada facturación. Al igual que cuando hay que pasar el control de seguridad, que siempre pienso con muy poco sentido "que no me cacheen, que no pite, que no pite", ni que fueran a encontrar algo realmente...



Dicho sea de paso que tampoco tenía ni la menor idea de cómo llegar del aeropuerto al hostal y no habría nadie esperándome a mi llegada, a lo que hay que añadir la dificultad del idioma.



Y aquí acaba el primer capítulo de mi historia.

Salaminesa